Con la Gamazada, Navarra reclamó la reintegración foral plena, pero fue la propia Diputación quien se encargó de reconducir la situación y venderse a los intereses del gobierno español. Ejemplo bien distinto fue el del síndico Sagaseta de Ilurdoz, desterrado por los españoles en 1834 por negarse a otorgarles el informe que pretendía la anulación de nuestras Cortes; su dictamen es el último informe libre que tenemos los navarros y un modelo al que atenernos:
"Sentado al verdadero origen y naturaleza del Reino de Navarra, es forzoso convenir en que ningún otro reino, (...) tiene derecho para dictar providencias al mismo, introducir novedades, confirmar ni modificar sus fueros o constitución, sujetarlos al convenio, ni variar la Diputación permanente (...): todo ello será peculiar y privativo de los tres estados de dicho Reino, obrando por sí solos, sin fuerza, sin intervención, sin concurso de ningún otro reino"
Este libro nos muestra que los impostores no cambian: imposición del nacionalismo español, campañas de prensa difamatorias orquestadas desde la Corte, ataques contra la lingua navarrorun, políticos que pretenden hacernos creer que la destrucción de cualquier vestigio de nuestro Patrimonio histórico y nuestras instituciones independientes es el objetivo de un buen navarro y no el de un traidor; en fin, caras diferentes de un mismo sometimiento inacabado.
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