domingo, 19 de mayo de 2013
Crónicas del Gran Tiempo
La Guerra del Cambio, escrita a lo largo de ocho años, es considerada como la obra más pura y personal de Leiber. Su acción no se disputa en ningún tiempo determinado. Dos facciones subterráneas libran una eterna guerra por la hegemonía en el universo. Los dos contendientes, las Arañas y las Serpientes, intentan conseguir que la ventaja de la guerra se decante a su favor yendo al pasado y modificando constantemente la historia para que encaje con sus intereses. Para conseguirlo, reclutan a Dobles, gente que es arrancada de su línea de la vida poco antes de morir, bajo la oferta de seguir viviendo eternamente siempre que trabajen para la causa. Nunca sabremos que persiguen las Arañas con su plateado símbolo del asterisco de ocho puntas, o las Serpientes con su yin-yang negro con los extremos abiertos. Sólo sabemos que en su eterna lucha recorren constantemente la historia de la Tierra y otros planetas, buscando nuevos reclutas, realizando acciones transformadoras, luchando en los entretelones de una historia distinta.
En Intenta cambiar el pasado, Leiber nos habla del reclutamiento de los soldados de la Guerra del Cambio, y de las dificultades que comporta el intentar cambiar algo que ya ha sucedido.
Un escritorio lleno de chicas nos muestra la esencia de la que están formados esos Dobles, algo que es inherente a todos los seres humanos.
La mañana de la condenación insiste en el tema del reclutamiento, y nos dice que alguien puede servir a dos bandos a la vez, aunque sea de la forma más inusual.
El soldado más veterano nos introduce en la operativa de los soldados de la Guerra del Cambio, y en los peligros a que se ven expuestos.
No es una gran magia nos presenta, con todo el detalle, una operación de campaña dentro de la guerra temporal.
Cuando soplan los vientos del cambio nos plantea un elemento nuevo: la existencia de resacas, de vientos, en esas alteraciones forzadas del tiempo.
Movimiento de caballo, finalmente, nos ofrece un aspecto entre curioso y divertido de la lucha directa entre los agentes de las dos facciones en pugna, y constituye un digno colofón a esas crónicas, que no me atrevo a calificar de bélicas, aunque si lo sean.
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