jueves, 26 de septiembre de 2013

Esclavo del demonio

Entre los muchos aciertos verdaderamente geniales de El esclavo del demonio deben destacarse la fuerza y la hondura con que están creados don Gil y, sobre todo, Lisarda. Movido más por un religiosos y metafísico afán de ofender y desairar a Dios, que por satisfacer los apetitos de su carne, don Gil se nos presenta como un sorprendente Fausto español, que se juega el todo por el todo, y, que, para obtener, aunque sea momentáneamente, la plenitud de la existencia no tiene reparos de vender al Demonio la eternidad de su alma. Del estupendo personaje Lisarda, dice Valbuena Prat: "Grande en el pecado y en la penitencia, Lisarda, toda fuego y corazón, es un tipo de española siempre vivo." Me lo he leído en tres días mientras iba a buzonear.

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