jueves, 16 de febrero de 2012

Alojamiento a cambio de diálogo

Con tal que proponga a sus moradores, y lo gane, un debate sobre cualquier aspecto del budismo, todo monje vagabundo tiene derecho a quedarse en un monasterio zen. Si, por el contrario, sale derrotado, deberá marcharse.

Dos hermanos, ambos monjes, vivían solos en un monasterio en el norte del Japón. El hermano mayor era muy docto, mientras que el pequeño era estúpido y le faltaba un ojo. Un monje vagabundo llegó cierto día al monasterio en busca de alojamiento. Según la costumbre, desafió a los hermanos a entablar una discusión sobre la sublime enseñanza. El mayor, que se encontraba bastante cansado de tanto estudiar, pidió al más joven que ocupara su puesto. <<Ve y arréglatelas para que el diálogo se haga en silencio>>, le aconsejó, pues conocía su escasa habilidad con las palabras.

El joven monje y el recién llegado se dirigieron al oratorio y tomaron asiento. Poco después el forastero llegaba corriendo hasta el lugar donde se encontraba el hermano mayor. <<Puedes sentirte satisfecho>>, le dijo. <<Tu joven hermano es un eminente budista. Me ha derrotado>>

<<Cuéntame cómo se desarrolló, el diálogo>>, le rogó el hermano mayor.

<<Al sentarnos>>, explicó el viajero, <<yo levanté un dedo, representando al Buda, el Iluminado. Él replicó levantando dos dedos, simbolizando al Buda, dando a entender que una cosa era el Buda y otra sus enseñanzas. Tras lo cual yo alcé tres dedos, simbolizando al Buda, sus enseñanzas y sus seguidores, llevando una vida armoniosa.  Pero él me lanzó entonces un puño a la cara indicándome que las tres cosas proceden de una comprensión  única. Fue así como ganó, y por lo tanto yo no tengo derecho a quedarme>>. Dicho esto, reemprendió su camino.

<<Dónde se ha metido ese tipo?>>, preguntó el hermano menor, que salía entonces del monasterio.

<<Tengo entendido que ganaste el debate>>.

<<No gané nada. Vengo a darle una paliza a ese monje>>.

<<Cuñentame cuál fue el tema de la discusión>>, dijo el hermano mayor.

<<El tema!... Pues bien: Nada más sentarnos, ese tipo levantó un dedo, insultándome al insinuar que sólo tengo un ojo. No obstante, puesto que se trataba de un forastero, pensé que era mi obligación portarme cortesmente, así que le mostré dos dedos, felicitándolo por su buena suerte, que le había permitido conservar ambos ojos. Pero entonces, el muy miserable alzó impunemente tres dedos, sugiriendo que entre él y yo no sumábamos más que tres ojos. Esto me sacó de mis casillas y empecé a darle de puñetazos, pero él logró escapar y así acabó todo.>>

5 comentarios:

  1. Muy interesante... Falta de entendimiento entre dos personas, símplemente porque el uno ni siquiera intenta ponerse a ver el punto de vista del otro, ponerse un poco, en la medida de lo posible, en su lugar. Sólamente basta con ver lo suficiente como para no acabar agrediéndose físicamente. Tantas veces ha pasado esto en la historia... Pero es interesante verlo desde un punto de vista oriental, de la sabiduría popular, así de resumido...

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  2. Falta de entendimiento no. Uno es un estúpido y el otro no.

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  3. Vale, de acuerdo; pero si solo significaría lo que tú dices, la historia no tendría ningún interés. Yo he ido más allá...

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  4. Tiene más interés que tu comentario. Ya he visto que te has ido más allá....

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  5. Aunque me esfuerce no te entiendo... Y gracias por lo de que mi comentario no te parece interesante, no es la primera vez que me lo dices. Pero no creo que no lo sea, lo dices por algo "más allá"... que yo no voy a pensar qué es, no tengo ganas de eso. De todos modos, soy la única que comento lo que escribes, y eso me gusta en cierta forma, no sé bien por qué.

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