martes, 2 de abril de 2013

Origen mitológico de la cerveza

El origen de la cerveza es muy (control) remoto. Su aparición se remonta 5.000 años atrás. Los historiadores y antropólogos la localizan en épocas muy antiguos de civilizaciones ya perdidas, como la Sumeria, en la que se elaboraba con pan de cebada y era utilizada con fines religiosos y medicinales, ya que sus propiedades nutritivas fueron conocidas desde el primer momento. Incluso fue usada como moneda en la compra de esclavos. No es de extrañar que se atribuya su aparición a un regalo de los dioses.


Ya en el Neolítico los primeros hombres recolectaban cereales y los almacenaban para su posterior
consumo. Al cocer los granos y fermentarlos en agua obtenían una bebida que se conservaba fácilmente y que era muy nutritiva. La primera referencia escrita sobre la elaboración de la cerveza se encuentra en una tablillas de barro sumerias. Éstas describen el método casero para elaborar una bebida a partir de pan de trigo y cebada mezclada con agua, que dejaban fermentar.


En la mitología egipcia se atribuye la creación de la cerveza a Osiris, el dios de los muertos y de la agricultura. Según narra la mitología, Osiris dio de beber cerveza roja a Sejmet, una leona sangrienta y asesina. Ésta había sido enviada por el dios Ra para castigar con crueldad a los humanos y darles un escarmiento. Pero Osiris intentó hacerle creer que la cerveza roja que le estaba ofreciendo era la sangre de los hombres que, presuntamente, habían sido castigados con la muerte. La leona bebió hasta saciarse y, tras unos momentos de embriaguez, acabó transformándose en Hathor, la diosa de la danza, de la música, de la alegría, del amor, de las fiestas y de la embriaguez.

La cerveza y el pan eran denominados "los dos nuevos ojos" (Heneket), en alusión al símbolo mágico que representaba "el ojo de Horus". Al ser parte de la alimentación básica, tanto en la vida diaria como en cualquier ceremonia, religiosa o funeraria, estaba presente. Los ingredientes fundamentales para la elaboración de una buena cerveza fueron, inicialmente, los cereales y el agua. Posteriormente, se añadieron aromatizantes como el lúpulo y, por último, la levadura seleccionada. Se han encontrado reseñas de hasta 17 variedades. La más común se destinaba a las clases más pobres y la más sofisticada, mezclada con especias y miel, se reservaba para las clases altas.


El proceso egipcio de elaboración de la cerveza se iniciaba con la preparación de unas tortas de pan, hechas con cebada y cocidas parcialmente. Estas tortas se dejaban reposar sobre una plancha de metal agujereada, colocada en la boca de una tinaja, a modo de tapadera. Se echaba agua sobre la torta de pan, poco a poco, para que se fuera disolviendo lentamente. El líquido que caía se filtraba y se dejaba reposar en un ambiente cálido, hasta que se produjese la fermentación. El caldo, una vez llegado al punto óptimo de fermentación, se aromatizaba con azúcares provenientes de dátiles o miel y se trasladaba a unas vasijas de terracota, bien selladas, para facilitar su transporte y posterior almacenamiento.

Distinto libros de la Antigüedad hacen referencia a la fabricación y consumo de la cerveza, como El libro de los muertos, El libro de los sueños, El código de Hammurabi y varios textos antiguos chinos. Cada pueblo denominaba a esta bebida de una forma diferente; así, para los sumerios era "sikaru", para los egipcios era "zythu" y "heneket", para los hunos "camon", para los escitas "xytho", para los eslavos "kwasz" y para los chinos "tisú".

En la época griega y romana, esta bebida era considerada un producto inferior al vino y, por ello, estaba al alcance de las clases más populares. En el norte de Europa, las batallas ganadas (por Tyr), las fiestas (por Jul), las solemnidades religiosas (por Odín) y, en general, todos los triunfos eran festejados con la degustación de esta bebida (por Thor). Hasta la Edad Media la elaboración de la cerveza no cambió demasiado; era una tradición casera y las recetas se trasladaban de una generación a otra de forma oral, de padres a hijos. La producción que se elaboraba en casa se destinaba al consumo familiar, aunque la parte sobrante o el exceso de producción se vendía a los vecinos. En épocas de escasez o de mayor impureza del agua, se consumía más cerveza ya que, gracias al proceso de cocción, las bacterias desaparecían y la cerveza se convertía, así, en una bebida que presentaba más garantías y más saludable que el agua.

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