Bernie Rhodenbarr despierta en una casa ajena con una pistola humeante en la mano y una pelirroja muerta como única compañía. Para colmo, cuando apenas sale de su sopor, la policía llama a la puerta. La situación no puede ser más crítica, pero tiene también su sesgo cómico, ya que Bernie ha llegado a eso a causa de su pasión por la literatura. Ahora sólo le queda averiguar quién le ha tendido la trampa entre un puñado de peculiares bibliófilos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario