Desaparece un cuadro valorado en un cuarto de millón de dólares. Esta vez, aunque no por falta de voluntad, el autor del robo no ha sido Bernie Rhodenbarr, culto librero por el día y refinado ladrón por la noche. En relación con el hecho se han producido además dos asesinatos, y una mente sagaz se ha propuesto cargar los muertos y el robo al bueno de Bernie. Pero en cuestión de astucia Bernie no tiene rival, y menos cuando se trata de salvar el pellejo.
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