viernes, 9 de marzo de 2012

Diálogo Zen


Los maestros zen enseñan a sus jóvenes pupilos a expresarse por sí mismos. Dos monasterios zen, vecinos entre sí, tenían cada uno de ellos un pequeño protegido. Sucedió que uno de ellos, yendo por la mañana a comprar legumbres, se encontró con el otro en el camino.
 
“¿A dónde vas?” le preguntó al verlo.
“Voy a donde mis pies me lleven”, respondió el otro.

Esto dejó confundido al primer pupilo, que fue enseguida a consultar a su maestro. “Mañana por la mañana”, le aconsejó este, “cuando vuelvas a encontrarte con ese muchacho, repítele la pregunta que le formulaste hoy. Te responderá lo mismo, y entonces tú le dirás: “Supón que no tuvieses pies, ¿Adónde irís entonces?” Esto lo pondrá sin duda en un buen aprieto.

Los dos muchachos se encontraron a la mañana siguiente.

“¿Adónde vas?”, preguntó el primero.
“Voy allá donde me lleve el viento”, respondió el otro.

Esto volvió a dejar perplejo al jovencito, que contó su fracaso a su maestro.

“Pregúntale adónde iría si no soplase el viento”, le sugirió este.

Al día siguiente se encontraron por tercera vez.

“¿Adónde vas?, preguntó el primero.
“Voy al mercado a comprar legumbres”, replicó el otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario