Enrique Heredia, alias Cuajo, tiene 28 años, una parálisis cerebral que le impide andar con facilidad y una ambición desmedida. Necesita gritarle al mundo que no es invisible y le propone a Adolfo, su gran amigo, un mulato de 30 años y mirada triste que malvive con su padre alcohólico, levantar un estudio donde ganarse la vida con el talento y la pasión que les une: la música.
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