domingo, 22 de abril de 2012

Consumista

Se estrella un automóvil a las afueras de Londres. El conductor emerge del desastre y gime:

- Mi Mercedes... mi Mercedes...

Un señor que había sido testigo del accidente, le dice:

- Pero señor... ¡Que le importa el auto! ¿No ve que ha perdido un brazo?

Y mirándose el muñón ensangrentado, el hombre llora:

- Mi Rolex, mi Rolex!

(En realidad no era un chiste...)

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