Es éste uno de los nombres con que son designados las brujas. Otro nombre es Belagile, muy usual en Soule, Zuberoa. Otro es Sorsain, que significa guardián del nacimiento, sin duda porque es el genio que preside los nacimientos de los niños. También vela con mucho celo porque la creencia en su existencia se conserve en el pueblo, castigando severamente a quienes la niegan.
Sorguña es igualmente el nombre de las personas que se reunían antiguamente en los akelarres. Pero esta significación parece ser más reciente.
Sorgiña, en su sentido primitivo, parece ser, pues, un genio nocturno que frecuentemente habita en cuevas y al que se le atribuyen diversas funciones preternaturales. Su poder en el mundo dura entre la media noche y el primer canto del gallo.
Es de la familia o del cortejo de la divinidad Mari y desempeña a las órdenes de ésta diversas funciones, como la de cobrar los diezmos, quitándoselos a las personas que, mediante la mentira y el fraude, disimulan sus riquezas. Ellas construyeron los puentes más antiguos del país vasco.
Su desaparición ha sido atribuida a la construcción de las ermitas cristianas; pero hoy es más frecuente decir que fue Eibar quien exterminó su raza, aludiendo con esto a las armas de fuego.
Cuentan en Ataun que, entre varias costureras, surgió una disputa acerca de si había o no sorgiñes en el mundo. Todas se inclinaron por la opinión afirmativa, menos una, que se mostró incrédula en este punto. Volvía ésta, al anochecer a su casa, cuando de pronto se le aparecen misteriosos seres voceando: ez geala, baño bagaittun; Maripetraliñ ez beste guztik emen gaittun -<<que no somos, pero sí somos; aquí estamos todos menos Maripetraliñ>>. En diciendo esto, cada Sorgin le arrancó de la cabeza un pelo, de suerte que la infeliz costurera se quedó totalmente depilada.
En cierta ocasión volvía a su casa una joven cuando oyó un grito o Irrintzi. Ella contestó en igual forma. Oyó luego otro irrintzi. Ella contestó por segunda vez. Y a un tercer irrintzi contestó también. Entonces los Sorgines la arrebataron. No quedaron de ella más vestigios que unos pocos cabellos y trozos de vestido.
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