"Al viajar por el Japón... experimento la misma impresión que si penetrase en el silencio de un pasado incomprensible, en el muerto esplendor de una civilización, de la cual son para mí completamente extraños e ignorados la arquitectura, el dibujo y la estética".
La importancia de Japón en otoño, al margen de su maravillosa y poética descripción del Japón, es mostrarnos con ojos occidentales (aunque hubiera sido mejor que no hubieran sido de un francés) un mundo perdido, un mundo desvanecido para siempre en la modernidad, en los trenes bala, los ordenadores y las fábricas de automóviles. La mirada de Loti es descarnada, observa todo un universo que -pese a a su enorme cultura- no conoce ni comprende, una mirada "naif", a la vez tierna y cruel, que representa una muy buena impresión que producía en aquellos primeros viajeros el contacto con una cultura desconocida. Su visita, que produjo estas bellas páginas, se realizó en 1885, apenas veinte años después de que el Japón imperial se abriera al extranjero. 215 pags.
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